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Domingo
08

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La Reina y Señora de la canción criolla

María de Jesús Vásquez, Reina y señora de la Canción criolla, Dios te dio el prodigio de una voz encantada, que como dice el vals que siempre cantaste, era una voz “misteriosa, de nardo y de rosa”, hecha “de luna y de miel”. Una voz nacida para interpretar el ritmo y la melodía popular. Lima, la del Centro, la de los alrededores del altar del Señor de los Milagros te dio el legado de su tradición criolla para que tu voz sea su voz y tu canto sea su canto.

Augusto Polo Campos, dolido y emocionado, nos dice que no es casualidad que Jesucristo te llevó un Sábado de Gloria. Y es que guardaste en tu nombre, Jesús, el mandato imperecedero de amor por los que sufren y por los que luchan.

Es quizá por ello que podemos entender el hecho de que a tus dieciocho años, cuando el vals se hacía nacional a través de la radio, el canto de rebeldía contra la exclusión y de lucha por el amor de Felipe Pinglo, El Plebeyo encontró en tu voz su propia voz. Fuiste tú quien hizo de El plebeyo un himno de los que luchan por amor y por establecer la justicia entre los hombres, venciendo la exclusión social y racial. En esa última estrofa que, ya no se canta, guardaste siempre la iluminación de una verdad adelantada en el tiempo: la que habla del “corazón que al ver destruido su ideal reacciona en franca rebeldía”, que “el plebeyo de ayer es el rebelde de hoy que por doquier pregona la igualdad en el amor”, y añadimos, en todas las relaciones humanas.

Una paradoja que solo la historia supo resolver hizo que la tradición criolla después de Pinglo y Montes y Manrique se convirtiera en la cultura oficial de un Estado que se resistía a cambiar y que, precisamente, al lado de la difusión de las Tradiciones peruanas del gran Ricardo Palma que, en mucho, nos reinstalaba en el sentimiento de añoranza por la arcadia colonial, fuiste tú, María de Jesús Vásquez quien con tu voz inigualable, mantuvo viva la llama del mensaje popular de esa misma tradición.

Difundiste con maestría y mucho éxito en las varietés de los cines teatros de los barrios populares de Lima, en las provincias y en el extranjero el mensaje de alegría, de terca lucha por la comunidad, mostraste el sufrimiento y también la esperanza en las propias fuerzas que constituyen el alma de la cultura criolla popular. Es esto lo que advertimos en aquel otro canto que te hizo inmortal, Corazón, de Lorenzo Humberto Sotomayor, que solo tu voz milagrosa y tierna hizo parte del sentimiento nacional. Resuena hasta hoy el diálogo de un pueblo que se dice a sí mismo “Ya bastante hemos sufrido, ya la vida nos ha dado muchos golpes corazón… Y confío, que algún día, nó habrá más fatalidad y ese día gozaremos corazón”.

Dolor, amor y esperanza, cierto escepticismo al lado de la celebración de la alegría y de la fiesta del callejón, del barrio y de la ciudad, constituyen valores imperecederos. En esta trama se tejieron tu canto al lado del de Chabuca Granda, Lucha Reyes y Arturo Zambo Cavero. Tu melodía inigualable, María de Jesús Vásquez, hace posible que siempre vivan las composiciones de Felipe Pinglo, Pedro Espinel, Luis Abelardo Núñez, Lorenzo Humberto Sotomayor, Mario Cavagnaro, Augusto Polo Campos y Manuel Acosta Ojeda, entre otros grandes compositores, y hace también que en el canto de todos ellos se produzca el milagro de mantener viva la llama del amor, se enriquezca la memoria nacional y todos miremos con optimismo el futuro de nuestra canción criolla.

Hoy que tu pueblo te despide te digo que no se cumple para ti aquella advertencia que dice que cuando calla un cantor calla la vida porque la vida, María de Jesús, se hizo inmortal en tu voz, en tu inigualable voz.

Que descanses en paz


Dr. Luis Alva Castro
Presidente del Congreso
Perú - 2010

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