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Economía creativa

Un modelo alternativo para el desarrollo. Ahora que la globalización se ha afianzado en nuestro país, el capital intelectual se vuelve más valioso y necesario que nunca.

Por: Santiago Alfaro Rotondo
Domingo 19 de Julio del 2009

“Imaginar, Crear, Innovar”. Ese es el lema con el que la Unión Europea celebra el 2009, declarado como el “Año Europeo de la Creatividad y la Innovación”. La iniciativa se articula al impulso que se le viene dando a la llamada economía creativa. Aunque no exista un consenso sobre su definición ni las actividades y conocimientos que debería agrupar, el término forma parte de un modelo alternativo de desarrollo acogido también en Australia, varios países de Asia y recientemente en América Latina.

El principio bajo el que se fundamenta la economía creativa es el reconocimiento de la importancia de la creatividad como insumo esencial de la información y el conocimiento, dos factores claves para la productividad y competitividad en las economías contemporáneas. Crear es innovar e innovar progresar. Por eso la economía creativa enfatiza la necesidad de promover todas aquellas actividades basadas en la producción y circulación del capital intelectual. Entre ellas están las clásicamente culturales, tanto las de orden no industrial (artes plásticas, escénicas y folclóricas) como industrial (cine, radiodifusión, editorial y animación digital); además de otras orientadas a prestar servicios a partir de ideas originales (diseño, arquitectura, publicidad y moda).

Desarrollo inteligente
En un mundo globalizado y conectado, todas estas actividades se han convertido en los sectores económicos con mayor capacidad generadora de ingresos, divisas y empleo. Según el Informe sobre Economía Creativa 2008 de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), representa el 3,4% del comercio internacional, con exportaciones de más de 424 mil millones de dólares en el 2005 y un crecimiento anual promedio de 8.7%, el doble que el de la industria manufacturera.

La economía creativa además de ser un puntal para el crecimiento económico nacional y local (ver recuadro), tiene otras ventajas como modelo alternativo de desarrollo frente al primario exportador, predominante en países como el nuestro. A diferencia de las industrias extractivas y la exportación de materia prima, las creativas demandan mucha más mano de obra que capital, tienden a ser amigables con el medio ambiente, se basan en conocimientos locales capaces de circular en el ámbito global, motivan espacios de intercambio y diálogo intercultural tanto a escala como internacional, generan externalidades positivas al realzar la imagen y prestigio de los lugares donde se desenvuelven, y estimulan la cohesión social al ser fuente para la construcción de identidades.

La Feria Internacional del Libro de Lima debería verse desde esta perspectiva. Su organización es un factor de desarrollo al fomentar la creatividad y economía a través de la lectura y la venta de libros. De hecho la venta de libros ha venido creciendo en los últimos años. Si en el 2001 sumó US$49 millones, en el 2008 esa cifra se triplicó hasta alcanzar los US$150 millones. En tiempos de la galaxia Internet, Gutenberg resiste. Casos como el citado ofrecen una respuesta a la pregunta de la CADE 2007 ¿Qué nos falta para ser un país próspero? Pues no mucho, solo reconocer la importancia de la economía creativa para las sociedades contemporáneas, promoviéndola a través de la inversión privada, la participación ciudadana y las políticas públicas.

buenas cifras
Unión Europea (UE), 2003: El también llamado sector cultural y creativo contribuyó en con un 2,6% al producto bruto interno (PBI), mientras que las actividades inmobiliarias contribuyeron en 2,1% y la industria alimentaria en un 1,9%.

UE, 2004: la economía creativa empleó a más de cinco millones de personas, es decir al 3,1 % del total de la población europea empleada.

América Latina: Aunque no en la misma proporción hay cifras muy positivas en algunos países de la región.

Argentina: los bienes y servicios culturales y creativos aportaron entre el 7,5% y 8% del producto bruto geográfico (PBG) de la capital federal, empleando a 8% de las personas que trabajan en la ciudad de Buenos Aires.

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